¿Podría Trump transformar la OMC promoviendo el comercio justo?

Donald Trump podría transformar la Organización Mundial del Comercio (OMC) en un organismo defensor del "comercio justo", reduciendo barreras comerciales y satisfaciendo a los mercados financieros.

La política económica estadounidense sigue careciendo de claridad estratégica. Ocila constantemente, haciendo difícil prever su rumbo final. Sin embargo, recientes acontecimientos arrojan nueva luz sobre el enfoque de Donald Trump en materia comercial.


Ante las fluctuaciones del mercado financiero, Trump ha optado por ceder, poniendo en pausa muchos de sus aranceles previstos y afirmando que los costos a China se reducirán “sustancialmente”. Esta maleabilidad marca la dirección hacia la que se dirige el nuevo orden mundial.


El escenario más probable sigue siendo el de bajo rendimiento crónico, ya que el daño causado por las políticas comerciales previas no se revertirá fácilmente. Pero ¿han mejorado realmente las probabilidades del mejor escenario, el de la destrucción creativa? Es probable que sí.


Trump ahora comprende que los mercados detestan sus ideas sobre comercio (y política monetaria) más de lo que imaginaba. Su compromiso intelectual es mínimo, por lo que busca una gran victoria comercial que los inversores aplaudan. Aquí es donde entra en juego una Organización Mundial del Comercio (OMC) reimaginada.


La OMC actual está muerta y merece estarlo. Fracasó al permitir que los países fingieran colaboración con Estados Unidos, sin lograr una verdadera igualdad de condiciones para el comercio. Estados Unidos mantiene aranceles bajos e importa grandes cantidades de bienes del extranjero, mientras que sus supuestos socios comerciales mantienen aranceles más altos y barreras no arancelarias generalizadas.


Algunos países, como China, han robado propiedad intelectual estadounidense y manipulado su poder de mercado para obtener ventajas injustas. Regiones como la Unión Europea utilizan sus poderes regulatorios para castigar a las empresas estadounidenses.


La alternativa es una OMC reinventada, dedicada al comercio justo en un sentido amplio. Las negociaciones sobre barreras no arancelarias serían el centro de atención, siendo multilaterales o al menos plurilaterales, con Estados Unidos a la cabeza.


Si este proyecto lograría reducir las barreras comerciales es una cuestión aparte. El presidente de EU debería considerar esto irrelevante, ya que la gran victoria reside en el acto de creación. La Casa Blanca se haría cargo de la política comercial global, de una manera que los mercados financieros celebrarían.


Otros gobiernos estarían encantados de sumarse: algunos acogerían con agrado la oportunidad de negociar una reducción de las barreras no arancelarias, y todos estarían encantados de ver a EU alejarse del caos actual de la guerra comercial. Este enfoque de comercio justo podría ser la clave para un nuevo orden mundial más estable y próspero.


Trump podría convertirse en el defensor más acérrimo del comercio justo desde Adam Smith, logrando una transformación que los inversores aplaudirían y nadie más podría lograr. El escenario de destrucción creativa ahora parece más viable que nunca.

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