Apagón eléctrico paralizó España y Portugal

Un apagón eléctrico generalizado en la Península Ibérica causó graves interrupciones en el transporte, logística y servicios esenciales en España y Portugal.

La Península Ibérica se vio envuelta en un escenario de incertidumbre este lunes con un apagón eléctrico generalizado que interrumpió severamente la actividad logística y el transporte en España y Portugal. El corte del suministro, registrado alrededor del mediodía, provocó una cascada de efectos que evidenció la vulnerabilidad infraestructuras frente a este tipo de eventos.


En España, uno de los sectores más afectados fue el del transporte marítimo. El Puerto de Algeciras, un eje fundamental del Mediterráneo, se vio paralizado por la falta de energía, obligando a activar el nivel 1 del Plan de Autoprotección y la formación inmediata de un Comité de Crisis para coordinar acciones. Las principales terminales de contenedores, APMT y TTIA, quedaron completamente inactivas, mientras que la estación marítima continuó operando de forma limitada para los trayectos hacia Ceuta y Tánger Med gracias a procedimientos manuales de emergencia.


La refinería Gibraltar-San Roque, ubicada en el área industrial cercana, detuvo todas sus operaciones de manera preventiva hasta que se normalizara el servicio eléctrico. Este tipo de interrupciones, además de afectar la carga y descarga de mercancías, comprometieron procesos críticos como el almacenamiento y la distribución de productos estratégicos.


El impacto del apagón eléctrico no se limitó al sur español. En el País Vasco, donde se concentra una intensa actividad logística y portuaria, el gobierno regional activó una mesa de crisis y declaró la fase de alerta del Plan de Protección Civil. La falta de energía paralizó trenes, tranvías y semáforos en Bilbao, generando un colapso en el tráfico y en el transporte público. El Aeropuerto de Bilbao logró continuar sus operaciones mínimas gracias a generadores de emergencia. La refinería de Petronor también activó sus sistemas de seguridad ante la interrupción del suministro.


En los aeropuertos, se registraron incidencias y retrasos a pesar de que la mayoría de las terminales contaban con sistemas de respaldo. En el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, uno de los principales hubs logísticos aéreos de Europa, se produjo una suspensión temporal de salidas y llegadas alrededor del mediodía. Aunque las operaciones se restablecieron posteriormente, los retrasos acumulados reflejaron el impacto del apagón en la cadena logística aérea.


En Portugal, la autoridad aeroportuaria ANA-Aeroportos activó generadores de emergencia en los aeropuertos de Oporto y Faro, permitiendo mantener las operaciones esenciales. El aeropuerto de Lisboa, en cambio, funcionó con limitaciones, registrando menor volumen de despegues y aterrizajes. Otros aeropuertos, como los de Madeira y Azores, no se vieron afectados.


La empresa gestora del sistema eléctrico portugués, REN, confirmó un corte masivo de electricidad que llevó al gobierno luso a convocar reuniones de emergencia. Mientras tanto, en España, Red Eléctrica Nacional informó que necesitaría entre seis y 10 horas para normalizar completamente el servicio, señalando que el incidente se habría originado por una fuerte oscilación en el flujo de potencia de la red, sin que haya sido producto de un ciberataque.


Más allá de los aeropuertos y los puertos, el apagón afectó también otras áreas críticas para la logística y el comercio exterior. La paralización de trenes y ferrocarriles, comunicada oficialmente por Renfe, dejó sin salidas a todas las estaciones, comprometiendo seriamente el traslado de mercancías en todo el territorio. Además, las interrupciones en los sistemas de pago electrónico y en la conectividad de sucursales bancarias comenzaron a reflejar problemas de acceso a servicios esenciales para las operaciones comerciales.


La evacuación de edificios públicos, como el Museo del Prado en Madrid y de numerosas oficinas privadas evidenció el alcance transversal del apagón, impactando desde el turismo hasta las actividades financieras. Este evento ha expuesto la urgente necesidad de reforzar la resiliencia energética de las infraestructuras críticas.


En los puertos, por ejemplo, el proceso de electrificación de los muelles, en línea con las políticas de transición energética, plantea un desafío: multiplicar por cinco la potencia instalada para abastecer a buques y terminales, un esfuerzo que se vuelve aún más apremiante tras incidentes como el de este lunes.


En un contexto donde la logística depende cada vez más de soluciones eléctricas y digitales, garantizar la estabilidad del suministro se vuelve esencial no solo para el funcionamiento cotidiano, sino también para la seguridad de la cadena de abastecimiento regional. El desafío ahora reside en aprender de esta experiencia para construir un sistema energético más robusto y resiliente.

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