Desafíos y oportunidades de la agricultura baja en carbono para 2025
La agricultura baja en carbono es esencial para mitigar el cambio climático y asegurar la sostenibilidad del sistema alimentario.

El impacto del cambio climático en nuestro entorno y en la seguridad alimentaria es innegable. Los efectos negativos de este fenómeno global se han intensificado, afectando profundamente el sector agroalimentario.
En este contexto, la adopción de prácticas agrícolas sostenibles, en particular la agricultura baja en carbono, es una solución vital para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y asegurar la sostenibilidad del sistema alimentario.
Prácticas agrícolas para un futuro sostenible
Las prácticas regenerativas y agroecológicas representan un enfoque clave para enfrentar los desafíos del cambio climático en la agricultura. Estas metodologías buscan restaurar la salud del suelo, mejorar la biodiversidad y fortalecer la resistencia de los cultivos ante eventos climáticos extremos, al tiempo que reducen las emisiones de carbono.
Entre las prácticas más efectivas se encuentra la agricultura de conservación, que minimiza la labranza para preservar la estructura del suelo y aumentar su capacidad de almacenar carbono. La rotación de cultivos y los policultivos diversifican la producción agrícola, mejorando la biodiversidad y la fertilidad del suelo, mientras que los sistemas agroforestales integran árboles y arbustos en las tierras de cultivo, generando un ciclo sostenible de carbono.
La implementación de estas prácticas ha demostrado ser eficaz en diversas regiones. Por ejemplo, en México, el programa Agricultura Sustentable Chiapas ha reducido el uso de fertilizantes químicos en 30%, promoviendo técnicas que aumentan la productividad del suelo y disminuyen las emisiones.
La trazabilidad y certificación de emisiones de carbono son aspectos fundamentales para medir y verificar el impacto ambiental de las prácticas agropecuarias. La implementación de tecnologías avanzadas, como el blockchain y los sistemas de geolocalización, permite registrar y monitorear las emisiones a lo largo de la cadena de suministro, brindando mayor transparencia y confianza a los consumidores.
Certificaciones reconocidas
Existen certificaciones ampliamente reconocidas que respaldan el compromiso de las empresas con la sostenibilidad. El Carbon Trust Standard ayuda a las organizaciones a medir y reducir su huella de carbono, mientras que la Regenerative Organic Certification garantiza que las prácticas de cultivo regenerativo cumplen con estrictos estándares de sostenibilidad y carbono neutro.
Estas certificaciones también permiten a los consumidores tomar decisiones informadas al momento de adquirir productos alimenticios. La sostenibilidad se ha convertido en un factor clave en la toma de decisiones de compra de los consumidores. Según un estudio de NielsenIQ, 70% de los consumidores latinoamericanos considera la sostenibilidad como un aspecto determinante al elegir productos alimenticios.
Lo anterior resalta la importancia de incorporar certificaciones visibles y fiables en el etiquetado de alimentos, lo que no solo beneficia a las empresas comprometidas con la sostenibilidad, sino que también empodera a los consumidores a realizar elecciones más informadas.
Además, la industria agroquímica está experimentando una transformación con el desarrollo de fertilizantes y pesticidas de bajo carbono. Los fertilizantes a base de nitrógeno estabilizado, por ejemplo, han demostrado ser efectivos para reducir las emisiones de óxido nitroso, uno de los principales GEI. Además, el uso de pesticidas biológicos también previene la contaminación de acuíferos, contribuyendo a la preservación de los recursos hídricos.
Desafíos en la implementación de la agricultura baja en carbono
A pesar de los beneficios evidentes, la adopción de prácticas agrícolas bajas en carbono enfrenta diversos desafíos. El costo de la transición puede ser un obstáculo significativo, especialmente para los pequeños agricultores, que a menudo carecen de acceso a financiamiento adecuado para implementar modelos sostenibles.
Según la FAO, 40% de los agricultores en América Latina no tiene acceso a financiamiento adecuado para realizar esta transición, lo que limita su capacidad para adoptar prácticas más sostenibles y eficientes. Además, la falta de acceso a tecnología y capacitación representa otro reto importante. La brecha digital en las zonas rurales impide que muchos agricultores implementen sistemas de monitoreo y gestión de emisiones.
Para superar estos obstáculos, es fundamental promover iniciativas que faciliten el acceso a recursos financieros, así como programas de capacitación que capaciten a los agricultores en el uso de tecnologías innovadoras.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que para 2025, hasta 25% de las tierras agrícolas en Latinoamérica adoptarán prácticas bajas en carbono, impulsadas por iniciativas públicas y privadas.
Asimismo, la implementación de prácticas agrícolas sostenibles no solo contribuye a la mitigación del cambio climático, sino que también fortalece la resiliencia del sector agroalimentario ante los desafíos que plantea el cambio climático.
En este sentido, la educación juega un papel crucial en el fomento de una agricultura baja en carbono. Es esencial sensibilizar a los agricultores y a toda la cadena de suministro sobre los beneficios de adoptar prácticas sostenibles.