Volatilidad de fletes marítimos exige resilencia logística

La volatilidad de los fletes marítimos, impulsada por la incertidumbre política, afecta a la logística global y exige resiliencia a las empresas, especialmente en América Latina.

El mundo de la logística se caracteriza por un dinamismo constante, donde los números juegan un papel fundamental en la narrativa del sector. Sin embargo, la reciente volatilidad en los fletes marítimos ha desafiado este escenario establecido, presentando un panorama complejo para las empresas que operan a nivel global.


Las tarifas marítimas han experimentado un incremento abrupto en las últimas semanas. En tan solo siete días, se duplicaron desde 1,400 dólares hasta los 2,900 dólares, 100% más, lo que refleja la incertidumbre reinante en el mercado global.


Esta situación es aún más significativa si se considera que hace apenas seis meses, las tarifas rondaban los 4,000 dólares, evidenciando una oscilación notable en un corto periodo. Esta volatilidad no se debe a un incremento en la demanda, sino a una profunda incertidumbre que afecta al sector.


La política arancelaria cambiante de Estados Unidos, como el mercado consumidor más grande del mundo, genera efectos dominó que impactan a nivel global. Cualquier modificación en las regulaciones comerciales estadounidenses provoca desestabilizaciones en las cadenas de suministro internacionales, especialmente en América Latina.


Cuando las empresas se apresuran a enviar mercancía desde Asia hacia Estados Unidos, los puertos estadounidenses se saturan, escasean los contenedores y los precios globales de transporte se disparan. Esta falta de previsibilidad genera costos financieros significativos para las empresas y rompe la base de la planeación logística.


La incertidumbre en el sector del transporte marítimo afecta directamente la capacidad de los minoristas y fabricantes para proyectar sus costos, niveles de inventario y tiempos de entrega con certeza. Cuando el costo del transporte se dispara sin previo aviso, los márgenes se reducen y los precios para el consumidor final aumentan.


Ante esta situación, la reacción natural incluye ahorrar en el corto plazo o esperar a que bajen las tarifas. Sin embargo, estas estrategias pueden resultar contraproducentes. Las empresas que mejor están enfrentando este panorama no son las que intentan predecir el próximo pico en los fletes, sino las que apuestan por la resiliencia logística.


Priorizan la disponibilidad de productos por encima de obtener el costo más bajo de envío, mantienen stock de productos clave y aceptan faltantes ocasionales en los de menor prioridad. La clave está en construir flexibilidad, no solo en reducir costos.

Gobiernos y líderes de la industria también tienen un papel importante que desempeñar, especialmente en América Latina. Aunque no pueden controlar las políticas comerciales globales, sí pueden invertir en la infraestructura que vuelve más ágiles y adaptables a las cadenas de suministro: puertos modernos, carreteras eficientes y procesos aduanales ágiles.


Estas mejoras no eliminan la incertidumbre, pero sí ayudan a mitigar su impacto. En logística, la incertidumbre ya no es la excepción, sino la nueva normalidad. Las empresas que triunfen no serán las que acierten en predecir la próxima crisis, sino las que estén preparadas para resistirla.

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